¿Cómo es posible que el monstruo que nos amarga la existencia aparente normalidad —e, incluso, felicidad—, en sus relaciones sociales?
Es importante tener en cuenta que el monstruo no muestra su verdadero rostro habitualmente, del mismo modo que no todas las personas a las que se acerca son sus víctimas. Sin ir más lejos, recordamos a depredadores como Ted Bundy, asesino en serie de numerosas mujeres, que no solo aprovechaba su apuesto aspecto sino que también fingía lesiones en los brazos para incentivar el acercamiento de su presa.
El narcisista no quiere ser descubierto. Actúa con conocimiento de causa y selecciona víctimas con características muy concretas: personas que están dispuestas a cambiar creencias, con una amplia capacidad de resistencia ante la frustración, dispuestos a salvar a quienes consideran desvalidos. ¿Cuántas veces hemos pensado que debíamos soportar una relación destructiva para ayudar a cambiar a nuestra pareja?
Por el contrario, en sus relaciones sociales es extravertido, encantador, manipulador, lo que le enriquece anímicamente mientras, en su faceta personal, tiene un número de víctimas indeterminado a los que está destruyendo.
Es muy habitual encontrarnos en prensa comentarios de testigos que dicen aquello de «era un vecino ejemplar, me sorprende mucho todo lo que dicen de él». Imaginaos un ladrón que entra en una tienda con aspecto de mendigo. ¿Activaríais vuestras alarmas? Evidentemente la respuesta es afirmativa, de modo que la dificultad de llevar a cabo su delito se incrementaría hasta el punto de una posible anulación. Pues lo mismo ocurre con el monstruo. Es fundamental que se haga pasar por una persona normal mientras, por ejemplo, tiene a su hija secuestrada en un zulo para exclusivo uso sexual, como ocurrió con el monstruo de Amstetten, Josef Fritzl.
Concluyendo, precisamente lo llamativo sería que el perverso narcisista que nos amarga la existencia fuera detectado como tal en sus relaciones sociales. Para la psicología de esta persona sería caótico ya que su trastorno estaría expuesto y, su intimidad, sería descubierta.
Psicopkiller, recuerda:
Lo importante no es la acción, es la conciencia que hay detrás de cada acción.
Ya lo sabes, si detectas a una persona psicópata, sociópata o narcisista, solo puedes hacer
una cosa:
¡CORRE!
Deja tu comentario